La práctica de nuestro Aikido, por Jesús Herrero.
Mucho se ha escrito sobre el fundador del Aikido, Morihei Ueshiba. Simplemente diré que fue un gran experto en artes de combate, un hombre con un grandísimo deseo de superación, con una gran capacidad de sacrificio y un gran buscador de la verdad universal.
Estas maravillosas capacidades unidas en un solo hombre, tuvieron que ser muy poderosas y constantes en su vida para que él tuviese la capacidad de captar de la fuente divina y llevar al plano material este arte defensivo tan maravilloso.
Todo ataque entraña un deseo de agresión que daña y destruye el equilibrio y por añadidura en el plano del espíritu nos aleja de la energía divina. Sobre esta ley universal está basado el arte marcial del Aikido, la búsqueda del equilibrio ante el desequilibrio.
Para realizarlo el Aikidoka ante un ataque intenta transformar la agresión en defensa libre de deseo de destrucción, la no transmisión de violencia hacia el atacante, la no continuación de la agresión o revancha y como resultado la Armonía.
La realización de las técnicas para conseguir la Armonía necesaria, se han de realizar con la ausencia de fuerza, la cual implicaría un estado defensivo agresivo y por tanto una carga de negatividad y alejamiento, la ausencia de fuerza no implica una debilidad, sino al contrario, permite la fluidez de la energía interna ( si llegamos a entender la energía como la materia prima de la cual se genera todo ).
Si fuésemos capaces de realizar dichas técnicas dejando fluir la energía universal en toda su plenitud, seríamos capaces de desterrar la violencia de nosotros y nuestro entorno. La búsqueda de ese estado en que la energía universal fluya dentro de nosotros completa y llena que nos permita alcanzar la armonía total es la lucha diaria ante la adversidad, el esfuerzo, el sacrificio de años de práctica, la superación de uno mismo, el tesón, el camino en la búsqueda constante.
En la medida en que nos entreguemos en la misma medida recibiremos. Todo en este mundo está encaminado a la superación de uno mismo, solo hemos de darnos cuenta y ser conscientes cuanto antes de llevarlo a la práctica.
Este es el Aikido que nosotros practicamos. Este es el Aikido que humildemente he heredado y percibido, el cual transmito con todo mi respeto y amor. Jesús Herrero.